al cielo gris, a la golondrina que busca tu pecho cada tarde,
a tu silencio cansado de moriren las esquinas del mundo.
Ausencia llamaréa las manos de tu voz quebrando el aire
en busca de las alas de mi voz que a ti te llaman.
Ausencia llamaréa tus labios que rozan los cristales del tiempo
para clavar en mis ojos melodías de sangre.
José Mialdea
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